La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) prevé que Catalunya tendrá un otoño cálido, con valores por encima del periodo de 1991 a 2020, y lluvioso. Esas lluvias estarán dentro de la normalidad y no servirán para acabar con la sequía que sufre Catalunya. Es una predicción que ha hecho este viernes el delegado de la AEMET en Catalunya, Ramon Pascual, que ha asegurado que se prevé “otro trimestre cálido”, como ya lo fue el verano, y que se espera un nivel de lluvias dentro de la normalidad, con precipitaciones abundantes en muchas comarcas de Catalunya, como ya está ocurriendo esta semana.
Según ha explicado este viernes pasado por agua la AEMET, más allá de las precipitaciones que se esperan hasta este domingo, a partir del miércoles 25 se aproxima un frente atlántico muy activo que traerá lluvias en el Pirineo y noroeste de Catalunya.
Aunque se espera un otoño lluvioso, la agencia no cree que esas lluvias vayan a acabar con la sequía. De hecho, Ramon Pascual, ha indicado que para superar la crisis hídrica se necesitaría un exceso de lluvias y ha asegurado que eso no es muy probable que suceda, al menos durante este próximo otoño.
Pascual ha presentado el Avance Climatológico Trimestral, que recoge, entre otros elementos, que este verano se ha registrado una temperatura media de 22,4 grados centígrados, 0,9 por encima del valor medio de referencia del periodo 1991-2020, y se sitúa “por tercer año consecutivo entre los diez más cálidos” de los últimos 85 años en Catalunya. Un verano este que ha sido el más caluroso a nivel mundial desde que hay registros. Aún así, este periodo no ha recogido temperaturas tan extremas como las de los dos veranos anteriores. Pascual ha destacado que aunque ha sido muy caluroso, no lo ha sido tanto como 2023 y 2022, y ha apuntado que ha sido un periodo “muy contrastado”, con un junio más fresco y un julio y agosto muy cálidos.
La temperatura media superó los 22°C, un límite al que se ha llegado en seis ocasiones durante la última década. Aunque son valores más relajados que otros años, superar los 22°C es un fenómeno reciente, ya que entre 1940 y 2003, en 63 años, sólo un verano alcanzó esa temperatura media.
La temperatura media de junio, julio y agosto ha sido de 19,4 grados centígrafos, 23,6 y 24,1, respectivamente, y en general este verano ha dejado “numerosos días de calor intenso”, especialmente en Lleida, en las comarcas cercanas a la ribera del Ebro y en el interior de Girona. Destaca también la persistencia de noches cálidas, con temperaturas superiores a los 25 grados en la ciudad de Barcelona durante 25 noches en la estación meteorológica Barcelona-Can Bruixa y 14 en la de Barcelona-Drassanes, y un total de 39 noches tropicales en el observatorio de Lleida.
El verano de 2024 ha sido “normal” en cuanto a lluvias, en referencia al periodo 1991-2020, y la precipitación media ha sido de 134 milímetros (es decir, 134 litros de lluvia caída en un metro cuadrado). Las lluvias de junio han compensado el déficit de julio y agosto: junio fue un mes húmedo con una precipitación media de 73 milímetros y ayudó a compensar la escasez de lluvias de julio (24 milímetros) y agosto (37 milímetros), que fueron secos.
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Los valores más altos de precipitación acumulada este verano se han localizado en el entorno de La Garrotxa, el Ripollès (Girona) y Osona (Barcelona), y el “mayor superávit” de precipitación se ha dado en la provincia de Tarragona, mientras que Barcelona se ha mantenido cercana a los valores normales de referencia.
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