Elena Santonja nunca tuvo un restaurante. La actriz, presentadora (y cocinera, claro) de ‘Con las manos en la masa’, programa que estuvo en antena seis años en TVE en los ochenta y primeros noventa, era sin duda una ‘gastroinfluencer’ de la época. Un restaurante con su nombre podría haber atraído público… pero aquello nunca sucedió y hoy solo podríamos fantasear con cómo hubiera sido.
Treinta y pico años después, hay (mucha) cocina en todas las pantallas. A través de ellas accedemos al universo de ‘influencers’ (o creadores de contenido, que tanto monta, monta tanto) que nos muestran sus recetas, nos dan consejos culinarios o nos guían por templos de la cocina. Entre ellos, algunos dan el paso extra de ‘desvirtualizarse’ y abrir un restaurante. ¿Para qué? Buena pregunta.
Rafael Antonín es @rafuel55 en redes, un jubilado que, con 65 años ya cumplidos, se hizo enormemente popular compartiendo sus recetas en Instagram.
Los macarrones, tortillas y sandwiches salidos de su cocina pueden presumir de llevar el calificativo de “viral” ansiado por tantos creadores de contenido. Este verano saltaba la sorpresa: Rafuel abría restaurante. “Un amigo mío que ya tenía un local de hostelería me propuso ponerle mi nombre. Lo fui a ver un día después de cenar y me pareció una idea estupenda. ¡Y eso que siempre dicen que no debes tomar decisiones después de cenar!”, explica entre risas.
Nacía así Casa Rafuel (Còrsega 298, Barcelona), con una carta basada en los libros que este ‘influencer’ ha ido publicando. “Servimos albóndigas, rabo de vaca, garbanzos con callos… es una carta mediterránea”, describe. Un equipo de cocina se encarga de ejecutar las recetas ‘rafuelescas’ aunque él se pasa todos los días por el restaurante. “Lo hago para vigilar que los platos salen como yo quiero. Eso sí, si hace mal tiempo y llueve, me quedado en casa”. Aviso para los que acuden en su busca.
Su mayor ‘hit’ de momento son las bravas y, aunque está acostumbrado al ‘hate’ en redes, no le hacen gracia las críticas negativas sobre el local: “Solo dejan opiniones los que salen con una mala experiencia. El otro día un cliente se quejó ¡del tamaño de la Coca-Cola!”.
Rafuel ya planea sucursales en Sevilla y en Madrid. Mientras tanto, acaba de hacerse cargo de un restaurante que ya existía, La Taronja (Madrazo, 119, Barcelona), a medias con Amelia Platón (@ameliciousmchef9), ex concursante de MasterChef y que también tiene una trayectoria reconvertida en creadora de contenido en redes. Desayunos y comidas con platos como tortilla de patata, raviolis y, claro, las sempiternas albóndigas.
Pizzeros hechos a sí mismos, visitantes de bares, cocineros estrella…
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El caso de Rafuel no es el único. Eric Ayala se hizo popular haciendo pizzas en un horno de leña en su jardín y compartiéndolo con todo el mundo. En esa ‘pizzería clandestina’, Il gioco dell’ amore, llegó incluso a organizar citas a ciegas como parte del ‘show’ en redes.
Ayala terminó abriendo en octubre de 2023 su propio restaurante en Sabadell, Il figlio di Emiliano (carrer Mare de Déu de les Neus, 6, Sabadell) previa formación como ‘pizzaiolo’ en Nápoles. Y ahí sigue, haciendo pizzas y compartiendo en redes su día a día, desde cómo hace las distintas recetas hasta sus ‘rajadas’ a propósito de algunas combinaciones de ingredientes de clientes que le suenan raras.
Más ejemplos de creadores de contenido con locales propios: Cocituber (o Alfonso de Ortega) comenzó a visitar bares de barrio de Madrid y su comunidad de seguidores creció como la espuma (actualmente tiene 295.000 en Instagram). Su amor por esos locales clásicos y honestos le llevó a subir la persiana de Los clásicos de Cocituber a finales de 2022.
Actualmente tiene tres restaurantes, dos en Vallecas y uno en Alcorcón. No cocina, pero sí dicta los designios de una carta en la que no faltan sus platos favoritos: el cocido y la oreja. Y más madera: en unas semanas abrirá restaurante Elías Dosunmu, un cocinero ucraniano que ha saltado a la fama en poco tiempo haciendo recetas en TikTok, donde cuenta con 9,5 millones de seguidores. El local, que se llamará Sus Pecados, ya calienta motores y Dosunmu juega con el suspense sobre su ubicación -será en Madrid, pero poco más se sabe- y la carta con la que arrancará…
Los consultores opinan: “Es un riesgo, ganan más como ‘influencers”
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“Hay dos riesgos tremendos para los ‘influencers’ que montan restaurantes. Uno es que tienen que estar allí presentes porque los potenciales clientes es lo que esperan, encontrarse con su ídolo, y muchas veces eso no se produce y el negocio no funciona… El segundo y aún más importante es que todo resulte congruente con lo que muestran en redes. Es decir, que si el ‘influencer’ habla de kilómetro cero o de cocinar todo desde el principio, no haya ingredientes traídos del otro confín del mundo o que utilice ultraprocesados…”, reflexiona Paco Cruz, conocido como ‘The Foodmanager’, experto en gestión empresarial del sector de la restauración.
Dachi Cortés, ‘general manager’ de Rhudo, Mamaquilla y El Patio de Abascal (todos ellos en Madrid), y profesional con más de 20 años en el sector, también alerta de que muchas veces el que se lanza a la piscina de montar un restaurante desde la cocina de su casa (y con el respaldo de miles de seguidores, eso sí) “no tiene ni idea de hostelería. Puede ser que haya un tirón inicial, porque las figuras populares siempre lo tienen, pero, pasado ese ‘boom’ inicial, si el producto no es bueno, no va a funcionar”.
Cortés alerta también de la importancia de hacer un estudio de negocio: “Tienes que saber lo que es un escandallo, cuánto te cuesta hacer un plato y por cuánto lo puedes vender”. Y también que no es lo mismo clavar una tortilla ante un móvil en la intimidad del hogar que “sacar 180 en menos de una hora y media”.
Cruz considera que, para un ‘influencer’, resulta más rentable no vincularse a un negocio de manera total. “Hay varios modelos, como el de Marcelino Alonso (@gastrorgásmico, con más de 100.000 seguidores en Instagram), que ha tenido su famosa tortilla en distintos restaurantes de Madrid, sin necesidad de abrir su propio local”.
Y le parece especialmente inteligente la maniobra de Violeta Mangriñan, con 2 millones de seguidores en Instagram y que es una loca del té ‘matcha’. “Ha abierto Maison Matcha (Monte Esquinza, 33, Madrid), un sitio dedicado a su bebida favorita pero sin vincular su imagen al cien por cien. Todo el mundo sabe que es suyo pero nadie espera verla allí. Le va tan bien que ya planea abrir una segunda ubicación”.
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Finalmente, Cruz recuerda que hay una cosa que cae por su propio peso y es la rentabilidad económica de ser un ‘influencer’ respecto a montar un restaurante. “Imagina que te pagan 3.000 euros por cada vídeo que haces en redes. Con solo cinco al mes, ya te has sacado 15.000 euros. Pues bien, para sacar 15.000 euros limpios en hostelería, tienes que facturar 120.000. Siempre que me llega alguna consulta en este sentido, les pregunto si les interesa realmente dar el paso…”. O seguir haciendo esa ‘cuquireceta’ ante el móvil sin preocuparse por nóminas, reservas ni hojas de reclamaciones.
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